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Menú a la carta

Cada vez más parejas se decantan por la cocina de autor para su banquete nupcial atraídas por la originalidad y el exotismo de sus platos.

Después del traje de la novia, lo que más quebraderos de cabeza da a la hora de preparar una boda es escoger el restaurante. La heterogeneidad de la lista de invitados obliga a complacer muchos gustos diferentes: se procura satisfacer en igual medida al primo 'pijo' de la capital que a la tía-abuela del pueblo. Por eso, determinar el menú no es tarea fácil.

La elección viene precedida de una peregrinación por decenas de establecimientos en busca de la propuesta perfecta. Cada vez es más habitual que la pareja busque un plus de distinción, algo diferente con lo que sorprender. A poder ser, lo nunca visto en otra boda. La tendencia empuja a alejarse de las comidas exageradamente copiosas, las bandejas de langostinos cocidos a tutiplén y la tradicional tarta de nata. Y siempre hay cocineros dispuestos a asumir el reto. La duda que se despierta es la siguiente: ¿Es posible trasladar la cocina de autor a una boda?.

Antes de opinar, hay que tener claro el término. Va más allá de colocar una ración pequeña en un plato grande. Fue en la década de los 70 cuando los críticos culinarios franceses Henri Gault y Christian Millau acuñaron el término Nouvelle Cuisine en una guía gastronómica. Este nombre denomina una nueva forma de cocinar los productos basada en la creatividad y la imaginación, que respeta los sabores originales empleando salsas ligeras y mezcla productos de todos los rincones del mundo. La nueva cocina cuida mucho la presentación de los platos, una de las características que más define a esta disciplina. ¿Esta exigente corriente culinaria, la más innovadora del siglo XX, está reñida con dar de comer a 180 personas a la vez?.

<b>Combinación ganadora</b>

La práctica demuestra que no. Para Sonia Sánchez, directora del Catering Doña Francisquita, de Torremolinos, «no importa si son 15 o 500 invitados, lo importante es poner la misma dedicación en cada celebración». Así, aunque el menú parezca más complicado, la fórmula está en reforzar el personal y apostar por una infraestructura impecable. El dueño de Catering Goyo, en Marbella, lo tiene claro. Según Gregorio Camarero, para que una boda, además de innovadora, resulte inolvidable, lo ideal es que sea reducida y con unos invitados con una mente abierta y dispuestos a disfrutar de nuevas experiencias gastronómicas, sin necesidad de ser unos entendidos.

Y es que, a la hora de decidir el menú, los novios suelen pensar tanto en sus invitados como en sus propias preferencias. Buscar algo que guste a todos puede ser una labor complicada y uno de los mayores tópicos de la cocina creativa es que abusa de presentación, pero adolece de comida. No obstante, esto parece que empieza a cambiar. Al menos, en este tipo de eventos, ya que los restauradores son cada vez más conscientes de que, ante todo, el comensal debe salir satisfecho.

Sebastián Conejo, jefe de cocina de Guadalpín Catering, se encarga de eliminar los miedos de sus clientes. «Nuestra cocina es creativa por su presentación, pero no tiene que ver con la cantidad. Por ejemplo, el peso de un bogavante es el mismo, aunque está mucho mejor presentado que en otro tipo de menú. Quizás el hecho de que se sirva sin caparazón puede hacer que parezca mucho más pequeño. Damos así, también, comodidad», reconoce, consciente de que para muchos la cocina creativa aún sigue siendo un plato con mucho nombre, pero poco abundante.

En este concepto de 'comida estilizada', la calidad no tiene por qué ponerse en duda. Sánchez no duda en afirmar que la diferencia con el menú tradicional es inexistente: «El trabajo es igual; las materias primas, las mismas. Siempre se busca la calidad en cada una de nuestras elaboraciones».

<b>Cuestión de precios</b>

Esto afecta también al precio del menú. Según el responsable de la cocina de Guadalpín Catering, el precio no varía en exceso del menú tradicional, ya que «el coste de la materia prima es el mismo, independientemente de la forma en la que se cocina». Aunque Camarero apunta que, al tratarse de materias primas y elaboraciones diferentes, el precio puede incrementarse respecto a otras alternativas.Hasta ahora, los novios preferían ir 'a tiro fijo'; es decir, incluir en el menú de su enlace lo que se supone gusta a la mayoría. Sin embargo, cada vez cala más la idea de que la repetición de recetas exitosas conlleva el riesgo de quedarse anclado y superado por la cocina imaginativa.

Las tendencias televisivas también marcan. Sonia Sánchez considera que la constante presencia en los medios de comunicación, donde proliferan los programas y reportajes gastronómicos, influye en las preferencias de los clientes. «La gente está más concienciada a la hora de comer, está más educada en este concepto y este tipo de cocina gusta cada día más», apunta Gregorio Camarero.

Pese a este auge, el porcentaje que prefiere la vía tradicional sigue siendo considerablemente más elevado. Eso sí, a medio camino, hay una tercera opción: apostar por lo autóctono y elegir un menú típico, como el malagueño ajoblanco. Para el responsable de Goyo, lo mejor es ser realista y, sobre todo, tener en cuenta el tipo y número de invitados y la clase de boda. «Lo ideal para que estos menús luzcan es que los comensales no sean demasiados y que entiendan lo que le están presentando en la mesa», advierte Camarero, que define el cliente habitual de este tipo de cocina como un «joven con educación en materia gastronómica».






<em>Fuente: diariosur.es</em>

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